Te equivocaste pájaro de nido,
errores que la vida no perdona,
así que abre tus alas y abandona
lo que nunca te habrá pertenecido.
Pero antes de que hubieres ya partido,
con flores de tu llanto confecciona
tejida con tu amor una corona
y luego deposítala en su nido.
Y al horizonte ve a desvanecerte,
sabiendo que ya nunca habrás de verla
si acaso en el recuerdo hasta la muerte.
Quimérica ilusión, perdida perla,
que pudieras por ella enloquecerte,
pero jamás... jamás aborrecerla.
Te acordarás de mí desde tu invierno,
cuando ninguna leña quite el frío
y que las aguas de mi andante río
se hayan revuelto con el mar eterno.
Te brotará desde lo más interno
taciturna o feliz, recuerdo mío,
tal vez inútil, o quizás tardío,
del que te amó hasta con amor paterno.
Alguna vez será: yo sepultado
mientras tú continuando por la vida,
pues va mi calendario adelantado.
Así será, mas no porque lo pida,
que bastará que me hayas recordado
para seguir a mi cariño unida.
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