24 centímetros...


Sancho y María, era un matrimonio joven que apenas llegaban a la treintena y muy apuestos, llevaban una vida sexual activa y cualquiera que los observara podían sin duda asegurar que se querían mucho, los gestos de cariño siempre estaba presente entre los dos y sobre todo esa forma de mirarse que tenían y que es tan importante entre las parejas, porque los ojos transmite mucho más que las palabras. Los ojos pueden transmitir ternura, amor, irritación, dolor y toda una serie de sentimientos cuando las palabras están vacías.

En una conversación entre los dos, María le dice...chato, se que te gusta mi cuerpo, pero mira que pechos más pequeños, daría cualquier cosa por que fueran más grandes porque se que a ti te gustan hermosos... pero sabes que por nada me metería en un quirófano para agrandarlos...

Él le resta importancia al asunto diciéndole que no se preocupe, que le gustan como están, pero al momento empieza a tener una erección pensando en la camarera de tan generosos pechos con la que se acuesta lunes y jueves desde hace seis meses...Ella insiste y se da la vuelta en la cama poniéndose boca arriba, ¿no ves?
a mi misma me encantaría poder acariciar mis pechos si fueran generosos y a veces hasta miro los de otras mujeres deseándolos...el la mira sorprendido y le pregunta...¿acaso te gustan las mujeres?...no he dicho eso, solo que a veces he pensado eso por ti y por mi...

A el se le ocurre una idea, ¿por que no pruebas con otra mujer a ver qué te parece la experiencia?, yo no tengo miedo que me dejes por que se que me amas y que te gusto. Ella se queda pensativa y tocándose los pechos dice, pues sería una excitante experiencia poder acariciar unos firmes y generosos, pero no conozco a nadie...no te preocupes, yo conozco a una mujer hace tiempo y podría hablar con ella a ver qué le parece... ¿Harías eso por mi chato?, que no voy a hacer yo por ti palomita...pero María le advierte que sus celos no le permiten aceptar que él esté con otra mujer y que solo sería una experiencia de ella con la otra, no te preocupes, yo te la traigo el sábado solo para ti...

Desde el momento en que entra el sábado por la noche en casa del matrimonio a cenar y María ve ese escultural cuerpo apenas cubierto por una minifalda negra y una escasa blusa blanca semitransparente, María se vuelve loca de impaciencia por hacer causa de esos pechos y los pezones que pugnan por atravesar la blusa ante las miradas de deseos del matrimonio...Loli, que así se llama el objeto de deseo de los dos le pregunta a María, ¿sabes porque estoy aquí?, si, se lo pedí yo a mi marido y aunque jamás hice nada parecido, quiero comprobar si solo es un capricho pasajero o es mi fijación por los senos grandes.
Pues ahora terminemos de cenar y después yo te sacaré de esa duda...

Al terminar de cenar, se llevaron las mujeres los platos a la cocina mientras Sancho preparaba unas copas, María le pregunta a Loli, ¿de qué conoces a mi marido?, ella le contesta que es camarera de un bar al lado de su trabajo y que se hicieron amantes hacia seis meses...María contuvo el dolor que estaba experimentando, pues jamás hubiera pensado que su marido le pusiera los cuernos, pero con la frialdad de una mujer, pensó inmediatamente en su venganza...en cuanto se tomaron la copa, María levanto a Loli y allí mismo le quitó la blusa y la falda y con la mano en su trasero la encaminó hacia el dormitorio mientras volvía la cabeza para decirle, tu hay quieto so cabrón...el se quedó con los ojos muy abiertos sin comprender.

Se había quedado dormido en el sofá y no se enteró de cuando Loli se marchaba de la casa, vio a su mujer salir desnuda hacia la ducha y le preguntó, ¿qué tal te ha ido chata?...ummm, delicioso. El fue a abrazarla y ella se excuso diciendo que estaba muy cansada y desde ese día,  no volvió a hacer el amor con su marido por que había acordado con su nueva amante verse los lunes y jueves a la misma hora que lo hacía Sancho.
El salir desnuda, formaba parte de su nueva estrategia de excitarlo para parar sus ardores sin dejar que la tocara...en la ducha sonrió y pensó, Sancho, no sabes la que te espera...

María se estaba cansando del asunto con Loli porque al fin y al cabo su acalorado refugio reclamaba ser ocupado y empezó a frecuentar los ambientes transexuales, pensó que podía sentirse más completa si llenaba ese deseo continuo de disfrutar con unos generosos pechos mientras se sentía buena samaritana cobijando en su interior a un sin ojos... porque para estar dentro no lo necesitan...

Conoció a Ester, una rubia de piernas interminables y unos pechos adorables que no eran producto de la silicona, pero sí de las hormonas  y por primera vez se sintió completa cuando tuvo el placer de sentirse entre sus pechos mientras algo enorme le hacia las delicias entre sus muslos...

Ya se sentía preparada para culminar su venganza y se encaminó a la casa de su marido, lo llevó frente a el para presentárselo... esta es mi nueva amante, espero que te guste, primero le quito la ajustada camiseta que sujetaba lo que apenas podía sujetarse por que pugnaban por salir, dos hermosas preciosidades con unos pezones impresionantes que desafiaban a la naturaleza...Sancho se quedó con la boca abierta y la cerró de golpe cuando su mujer levantaba la falda de Ester y bajándole las bragas dejó al descubierto 24 centímetros de algo que parecía no haber existido nunca y allí lo tenía delante...lo dejó desnudo presentando armas y mirando a su marido dijo, voy a por mi ropa y tocando su trofeo comentó, no dejes que ese guarro te toque...De mi novela, Todas las mujeres son iguales...para leer completa pulse aquí.

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