En la suave piel canela
de una perdida ilusión,
hay grabado un corazón
que perdió su alma gemela.
Empezó a latir primero
con una copa de vino,
y embriagado en su destino
se abrió en par por un “te quiero”.
Pero el rugir de las olas,
y el azul verde del mar,
dejaron el verbo amar
dentro de las caracolas,.
Bajo la luz de la luna
el pulso se aceleraba
pues el amor se alejaba
sin mediar palabra alguna.
Hoy la pena ha prosperado,
se arrastra por la bahía,
y es tan grande la agonía
que deja un sabor salado.
Tatuado sobre la piel
un corazón se estremece,
y el recuerdo que aparece
cuando llega algún bajel.
Ramon Bonachi
Inspirado en Rafael de Leon (El Tatuaje)
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